La iglesia de Santa María se encuentra situada en la localidad de Piasca perteneciente al municipio de Cabezón de Liébana, en la Comunidad Autónoma de Cantabria (España). Perteneció al desaparecido monasterio de Santa María la Real y constituye uno de los más notables testimonios del arte románico cántabro. Fue declarada Monumento Nacional el 4 de julio de 1930.
Inicialmente hubo un monasterio de incierto origen que pudo remontarse al siglo VIII o IX y fue una fundación privada, de cuya existencia en 930 han quedado referencias, en un documento del 25 de julio de ese año en el que se menciona la iglesia en una donación realizada por Teoda y Aragonti en la que la villa de Piasca es donada al monasterio. También se sabe que la abadesa Aylo estaba en 941 al frente de una comunidad monástica mixta o dúplice de 36 religiosas2 que se regía por la regla de San Fructuoso, y que ese siglo y el siguiente (X y XI) constituyeron una época de esplendor y engrandecimiento.
Lo que no se sabe es si en esos primeros años Santa María de Piasca era ya un monasterio bien constituido ya que en 930 se habla de ecclesia (iglesia) y en el 941 de cenobio, aunque no hay dudas de que en ese último año ya estaba organizado como tal.
En el año 945 se tiene constancia de la presencia de monjes en el recinto monástico, desconociéndose cuándo se establecieron hombres en el lugar, ya que fue predominantemente femenino. La dirección del cenobio estuvo siempre a cargo de una mujer, lo que podría significar que un personaje femenino lo fundó, hasta que a finales del siglo XI pasara a depender del monasterio de San Juan de Sahagún. Paulatinamente, las monjas fueron enviadas al monasterio de San Pedro de las Dueñas, en León, hasta que Santa María de Piasca fue exclusivamente masculino.
A comienzos de ese siglo, el linaje de los Alfonso empezó a vincularse con el monasterio de Piasca, hasta que a lo largo de la misma centuria se fueron haciendo dueños del cenobio. Dicho linaje acabó entregando todo Santa María de Piasca al monasterio de Sahagún, debido a la decadencia que llevaba acarreando el templo lebaniego.
No es de extrañar que en el siglo XII se decidiera sustituir el viejo templo monacal por una suntuosa iglesia de estilo románico que es la que ha llegado hasta nuestros días con algunas modificaciones. Esta iglesia se dedicó a Santa María, según consta en una inscripción lapidaria existente junto a la portada principal, del 21 de febrero de 1172.